viernes, 24 de julio de 2020

Capítulo 10




Carlos y Leopoldo  han conectado. El uno sostiene al otro. Ambos comparten su dolor y se les hace menos duro. El joven acaricia las manos del hombre
--es increíble que tantos años que hace que eres amigo de mi hijo y nunca nos hayamos conocido.
Carlos y Leopoldo  están hablando con normalidad.  Carlos  siente una fuerza que lo atrae hacia ese hombre.  No lo ve como al padre de su novia, un padre que no había querido conocer.
--Pues sí, Jorge  y yo nos conocemos de toda la vida pero siempre es él quien viene a mi casa.
--Yo recuerdo haber estado en el entierro de tu mamá.
--¿en serio? No sabía.
--claro es que eras tan pequeño. Aquellos días los pasastes en mi casa pero claro... ¡¡después de tantos años como para acordarse¡
Carlos y Leopoldo  van hablando olvidando el triste motivo que los une.  Leopoldo  se siente un poco culpable de estar pasando un buen rato al lado de ese chico y aunque le reconforta su compañía también le duele que sea el novio de su hija. Leopoldo  se levanta. Carlos se levanta con él. Los dos se muestran con ganas de seguir hablando.
--ya he perdido mucho tiempo,  tengo que volver con mi hija.
--Es una pena que considere que estar conmigo es perder el tiempo --dice Carlos muy dulce.
Carlos lo mira con dulzura y Leopoldo se pone nervioso:
--No quería decir eso.
--Tranquilo, no me debe explicaciones.
Leopoldo  está muy triste, le duele lo que le está pasando a su hija pero mirando el rostro angelical de Carlos su dolor es menor. 
--No quiero estar tanto tiempo separado de mi hija.
--pero es que no lo van a dejar verla.
--Lo sé pero me quedo sentado en la sala y es como si estuviera más cerca de ella.
--A mí me gustaría acompañarlo... si no le molesta.
Leopoldo  le quiere decir que nada le gustaría más pero simplemente dice:
--como quieras.

Carlos y Leopoldo  pasan horas sentados el uno al lado del otro. Hablan de todo y de nada. No es importante lo que dicen pero sí como lo dicen. Les gusta estar juntos. Se enteran que mientras que estaban en la cafetería vinieron un momento Manuela  y Jorge . Leopoldo  se alegra de no haberse encontrado a su esposa aunque le duele que Jorge  piense que no se preocupa por su hija. A Carlos también le da alivio no haberlos visto. No sabria bien como explicarlo pero es como si sintiera que lo que está naciendo entre ellos dos no es normal.
--ya has perdido todo la mañana ¿es que no tienes nada que hacer? --Leopoldo.
El joven lo está tocando con su cuerpo y eso lo hace estremecer:
--No, no hay ningún otro lugar en el que quiera estar.
--pero tienes tu vida.
--Nada es más importante ahora.
--¿quieres mucho a mi hija, no?
Carlos siente una sensación extraña al decirle que sí. No entiende a sus hormonas lo alborotadas que están. Nunca se había sentido atraído hacia un hombre y le sorprende toda la agitación que ese atractivo cincuentón le produce.  A la hora de la comida, Jorge  pasa por la clínica. Abraza a su padre. Le sorprende ver a Carlos.
--me tenías preocupado ¿has estado toda la mañana aquí? Te llamaba.
--lo tengo apagado. 
--Te ves cansado.
--Cristina es lo más importante.
--no tienes que estar aquí todo el día.
--Cristina es lo primero. 
Leopoldo  siente celos. Sabe que está mal  pero le dan celos del intenso amor del joven para con su hija. No se imagina que Carlos no tiene muy claro si se ha quedado por Cristina o por Leopoldo.
--pues te lo agradezco pero ahora me quedo yo un rato con mi padre. Tú vete a comer y descansar .
Carlos siente que lo está corriendo cuando en realidad Jorge  no quiere que se agote demasiado.
--No, yo como cualquier cosa.
--¡¡pero te tienes que cuidar¡
Leopoldo  sabe que es egoísta pero tiene miedo que si el joven se va no lo vuelva a ver.
--¿por qué no vamos a comer a la cafetería los tres? --propone Leopoldo.
A los amigos les parece bien. Jorge  no imagina nada raro. No se da cuenta como se miran de reojo su padre y su amigo. De hecho es probable que ni ellos mismo se den cuenta. Vuelven a la sala pre-UVi. Jorge  quiere convencer a su padre que se vaya a su cuarto.
--estás convaleciente. No puedes estar aquí tanto rato.
--No podría descansar estando mi hija así, espero poder verlo un rato más.
Jorge  se queda con su padre por si puede entrar a ver a su hermana.
--vete tú a descansar --Jorge  a Carlos.
--No, yo me quedo aquí.
Jorge  trata a Carlos como a un hermano. Al hombre por un lado le gusta verlos juntos pero por otro lado se da cuenta de la enorme distancia que hay entre ese joven y él y le duele. No sabe bien porque pero le duele. Ya es muy tarde y Jorge  no ha podido ver a su hermana.
--yo no me puede quedar por más rato. Tengo cosas que hacer en la oficina.
--ve, tranquilo hijo. No descuides tu trabajo --dice Leopoldo  al besarlo.
Jorge  no piensa irse sin Carlos.
--iros los dos yo estaré bien --Leopoldo.
Jorge  y Carlos se van abrazados por los hombros. Carlos se gira. No quiere irse dejando al hombre ahí. En esas horas que han compartido juntos se han unido mucho. Carlos y Leopoldo  se sienten tristes de separarse. Al encontrarse solo Leopoldo se derrumba. Como que cada uno ha llegado por su cuenta, Jorge  y Carlos se van por separado. Carlos aparca en otro lado y corre hacia la clínica de nuevo. Leopoldo  está lloroso en la silla.  Carlos le pone la mano en el hombro. Leopoldo se estremece. Se le ilumina el rostro al verlo a él.
--¿y ahora tú?¿qué haces aquí?
Carlos lo mira con ternura:
--No lo podía dejar solo.
Carlos se pone en cuclillas y Leopoldo  lo abraza. El uno es el refugio del otro. Mientras Carlos y Leopoldo  se consuelan a pocos metros de donde Cristina lucha por su vida Jorge  y Manuela  se desahogan con Marta  y Marlon  respectivamente. 

Al atardecer pueden pasar de nuevo a ver a Cristina. Entran los dos juntos. Ambos se dan fuerza mutuamente pero cuando salen Leopoldo  se derrumba. Carlos lo sostiene con sus brazos. Es muy protector. 
--tiene que ser fuerte. Cristina lo necesita. Nos esperan momentos muy duros.
Aunque junto a Carlos está más tranquilo, Leopoldo  no puede evitar su culpa y su angustia.
--es que es tan duro que mi hija se esté muriendo por mi culpa.
--No diga eso ¡¡fue un accidente¡ ¡¡usted no tuvo la culpa¡
--¿tu crees?
--Por supuesto.
A Leopoldo  le gusta como se siente con ese chico..Carlos lo mira con seguridad, Le acaricia las lágrimas con sus dedos:
--le prohíbo que sienta culpa.  Llore para desahogarse pero no porque tenga ningún tipo de responsabilidad.
Cada vez más Leopoldo  siente que Carlos es un ángel que el cielo le ha mandado. Se sentía muy solo y abandonado y junto a ese chico tan guapo se siente adolescente.

 Mientras, muy relajado, luego de haber estado con Marlon , Manuela  se está acercando a la clínica. Marlon  lo está siguiendo para asegurarse que va con su esposo, que no pasa nada bueno entre ellos y para ver si tiene ocasión de lastimar al hombre.

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